Entre tus dedos
viven los clavos de mi ataúd.
Los cigarrillos que te encanta fumar
luego de pulverizarme
con tu poesía vulgar,
oscura y húmeda.
Entre tus dedos
se encuentra el borde del precipicio.
La telaraña de una irrealidad.
Un acantilado que me separa
de la evaporación existencial.
Entre tus dedos
existe aquello que me incita
a entregar estos labios desérticos,
como ofrenda a lo que llevas dentro.
Entre tus dedos
se pierde mi cabello sucio
como el olor a tabaco resagado.
Entre tus dedos
se avistan los personajes
de mi espectáculo mental,
espectros y monstruos de un vals caótico
que bailan desentendidos, al compás de tu figura;
de mis ojos, quizá de suspiros.
El humo se desprende del cilindro
entre tus dedos.
Hipnótico elixir visual;
maldito mapa que me guía
a las islas de tu cuerpo.
Sales debajo de sábanas masacradas y cansadas;
con tus garras de cuervo me atrapas,
me estrangulas y me tragas
con los temores que nunca mencioné.
Tus uñas me laceran la carne
y me arrancan el traje hasta dejarme en los huesos.
Al final del show te escucho
susurrar, como para ti, "buen provecho".
Una mirada sádica,
la piel en el suelo
y unos dientes que muerden en círculos,
que succionan mi alma
y a veces la del cigarrillo.
- Angel García.
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