Quisiera decir algo:
La lluvia trae consigo un juego de cartas para leer.
La lluvia trae consigo un juego de cartas para leer.
A lo largo del fenómeno se desprenden olores y recuerdos tanto agradables como tristes; y el habitáculo en el que te encierras se vuelve un espacio al que te aferras para no asfixiarte.
Ese instante en el que las gotas chocan contra el piso da lugar a tu transformación en pasado; aunque quizá deseas estancarte en un presente confortable: envuelto en cobijas y acariciando un gato. Quizá preferirías jugar un poco sobre un charco mientras te regocijas con el agua chocando sobre tu piel.
Las gotas perecen; batallan con las hojas de unos árboles gigantescos para ellas, con la esperanza de victoria. Esa guerra es nuestro espectáculo; somos el morbo, siempre observando.
Mientras el clima nos traga para su beneficio; para una melancolía disfrazada de soledad. Nos perdemos en las fotografías de aquellos que perdimos, de los gatos que no pudieron volver.
Mientras el clima nos traga para su beneficio; para una melancolía disfrazada de soledad. Nos perdemos en las fotografías de aquellos que perdimos, de los gatos que no pudieron volver.
Un tono grisáceo y hermoso. Así es cuando llueve.
Los niños preguntan "¿por qué el cielo llora?" y a los imbéciles se les inunda el alma con aguda tristeza: “Es que Dios está triste”; responden. Cuando llueve eres presa fácil; y los pensamientos te acorralan para devorarte mientras observas, hundido en la humedad de un suelo rasposo.
Los niños preguntan "¿por qué el cielo llora?" y a los imbéciles se les inunda el alma con aguda tristeza: “Es que Dios está triste”; responden. Cuando llueve eres presa fácil; y los pensamientos te acorralan para devorarte mientras observas, hundido en la humedad de un suelo rasposo.
Un sin fin de perspectivas sobre el entorno antiguo y asqueado de tI; algo fantástico, si me preguntan.
-Angel Garcia
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