Despierto y apenas puedo creer en qué sitio me encuentro. Un lugar lleno de inmundicia con vasos rojos tirados, y algunos llenos a la mitad, como yo.
"Al fin despiertas."
¿Eso crees? Siento que aún estoy en un sueño. Y que cuando despierte ya no estarás ahí para decirme lo obvio... No he despertado... pero no me preocupo. Sé que tú tampoco lo has hecho.
Después de sentarme al borde del Edén junto a Lilith, y besarla para mofarme de dios, no puedo creer que esté en éste sitio, al borde de una cama tan gris y fría como las cuatro paredes en las que me mantengo encerrado. Tan grises... como mis recuerdos.
"¿Te sientes bien?"
Me siento bien, mal, solo, en compañía, intoxicado, en el Edén. Cualquier cosa es aceptable en estos momentos... el problema es qué tanto soportaré en esa condición. Estoy vomitando.
Sólo necesito recostarme en el patio o en la azotea, sino seguro que explotaré de una manera polifacética. No controlas a tus demonios con alcohol, eso es seguro. Con alcohol salen muchas partes de ti que creías muertas... creo que sigo vomitando.
Y a pesar de sentir el sabor a cigarrillos y alcohol que me provoca asco en estos momentos; a pesar de sentirme tan vacuo como mis declaraciones, como mis sentimientos, como el espacio... a pesar de todo proceso negativo de desintoxicación, y a pesar de escuchar a la perfección cada maldita nota de cualquiera que sea la canción al fondo de ésta caja tétrica y gigante; a pesar de toda mi tortura, mi desengaño, mi vuelta a la realidad... no me arrepiento de nada. No me arrepiento de mi viaje a la dimensión de los demonios, de mi vals con Lilith, o de los besos que me ofreció y que yo acepté con desdén.
"Escribes sin sentido en estos momentos..."
La poesía carece de sentido. Y vagos son los intentos de aquellos que tratan de entenderla. Y malditos sean aquellos que dicen entenderla. Y que le dan un significado fijo.
"Deberías seguir durmiendo."
La única manera de que pueda dormir más de lo que ya duermo sería estando muerto. Mejor pásame la cajetilla de cigarros. ¿Qué? ¿Ya sólo quedan dos? Claro... algo tan bueno no puede durar mucho... aunque pareciera que sí, cuando menos te das cuenta la cajetilla de los cigarros está vacía, y tu cerveza ya se la bebió el idiota que vez en el espejo todos los días.
No me arrepiento de mi estancia en el Edén caótico. No me arrepiento de las palabras estúpidas que dije en la madrugada, de mis espasmos por la gélida habitación, de nada. Ni siquiera de mi falta de cordura, de mi falta de tangibilidad y de realidad. De lo único que me arrepiento es de no descubrir antes éste transporte.
"¿Puedes pararte?"
Sino es por un cigarrillo en la mesa, no.
-Angel Garcia.
Escritor, a veces. La esencia de un monstruo proyectada en letras. Dibujo un poco; amateur en todo. Vago por las calles con cigarros y una pluma siempre en el bolsillo.
Traducir texto.
viernes, 15 de enero de 2016
martes, 12 de enero de 2016
Los faroles rotos
Los faroles, cuando se rompen, irradian cierta oscuridad. Dentro de dicha oscuridad producida en la ciudad se esconden cosas poco convencionales para la iluminación céntrica. Borrachos y despechados, creyéndose poetas, recitando versos y cantando notas de tal manera que te sangren los oídos -esto, claro, luego de una buena jornada en el bar-; prostitutas y drogadictos envueltos en mantas de cinismo y alucinación; vagabundos que van de paso por las sombras de los focos fundidos; ratas con coronas, duendes montando perros y uno que otro monstruo que se refugia en las sombras con sus cámaras fotográficas o sus pinceles y libretas, esperando el orgasmo de una mujer para poder inmortalizarlo en papel.
El mundo dentro de la oscuridad de los faroles rotos es intrigante, melancólico, desgarrante, y lo más importante, sólo unos cuantos lo pueden ver. Sólo aquellos, inmersos en aquella espesa oscuridad, o quienes se pierden del transporte público pueden mirar lo que hay dentro; ahí, dentro se alcanza a mirar el frío, el perfume de los perros callejeros, las notas podridas de algún trovador y el movimiento de las sábanas o cartones, que a su vez te obsequia la duda de lo que realmente hay bajo los mismos.
Los faroles te invitan a la danza; a la coreografía de un caos que el turista nunca vio. La oscuridad de la ciudad que te llama y te escupe en el rostro el cínico aliento de la vida sobrellevada; y aún así puede seducirte... siempre puede.
Ah claro. Una última cosa: La oscuridad de los faroles rotos es abrumadora y espesa... como la densa niebla que atrapa las almas y te quita los ojos; es una telaraña que atrapa sin descaro y te chupa hasta la última lágrima y el último suspiro. Es como el poema estúpido y sin sentido que aquél borracho no pudo recitar; como los vicios; como el amor o el desamor... es algo de lo que nunca escaparás. Así que ten cuidado y no te hundas en el fango; que tienes suficiente, ya, con el cruel lado iluminado.
-Angel Garcia.
El mundo dentro de la oscuridad de los faroles rotos es intrigante, melancólico, desgarrante, y lo más importante, sólo unos cuantos lo pueden ver. Sólo aquellos, inmersos en aquella espesa oscuridad, o quienes se pierden del transporte público pueden mirar lo que hay dentro; ahí, dentro se alcanza a mirar el frío, el perfume de los perros callejeros, las notas podridas de algún trovador y el movimiento de las sábanas o cartones, que a su vez te obsequia la duda de lo que realmente hay bajo los mismos.
Los faroles te invitan a la danza; a la coreografía de un caos que el turista nunca vio. La oscuridad de la ciudad que te llama y te escupe en el rostro el cínico aliento de la vida sobrellevada; y aún así puede seducirte... siempre puede.
Ah claro. Una última cosa: La oscuridad de los faroles rotos es abrumadora y espesa... como la densa niebla que atrapa las almas y te quita los ojos; es una telaraña que atrapa sin descaro y te chupa hasta la última lágrima y el último suspiro. Es como el poema estúpido y sin sentido que aquél borracho no pudo recitar; como los vicios; como el amor o el desamor... es algo de lo que nunca escaparás. Así que ten cuidado y no te hundas en el fango; que tienes suficiente, ya, con el cruel lado iluminado.
-Angel Garcia.
lunes, 11 de enero de 2016
Sádica desestabilización
Mírame, mujer, que tus ojos me absorben; me matan y desbaratan.
Mírame que quiero sentir explotar mis ideas, mis tormentos.
Quiero sentirme prisionero, sólo por hoy, de la droga que me prometen tus ojos,
el alcohol y esos cigarrillos baratos con sabor a soledad.
Enciérrame en tus pupilas color café,
porque las azules ya me parecieron
absurdas y poco originales...
Golpéame con la mirada. Mutílame.
Desmiembra mi realidad y construye otra a tu gusto;
y aunque me parezca abyecta y estúpida
sólo presenciaré la díáspora de mis prejuicios.
Entonces me adaptaré al gélido clima de tu nuevo mundo,
mientras te sonrío como idiota y tú me sonríes como la muerte;
con mirada oscura y mostrándome los dientes.
Y estaré feliz, amor mío, aunque no te diré que te amo
porque quizá no te merezcas ni siquiera el "te quiero".
Pero sabrás que estoy enamorado porque tus ojos
me han hecho escribirte letras con sabor a estupidez
y dopamina liberada, con olor a miedo y una esencia de adrenalina al máximo.
Y entonces me verás ahí. Anunciando a los espectadores:
Aquí estoy, una vez más, señores. Jugando a la vida con sus labios
y experimentando con sus ojos la muerte.
-Angel Garcia.
Mírame que quiero sentir explotar mis ideas, mis tormentos.
Quiero sentirme prisionero, sólo por hoy, de la droga que me prometen tus ojos,
el alcohol y esos cigarrillos baratos con sabor a soledad.
Enciérrame en tus pupilas color café,
porque las azules ya me parecieron
absurdas y poco originales...
Golpéame con la mirada. Mutílame.
Desmiembra mi realidad y construye otra a tu gusto;
y aunque me parezca abyecta y estúpida
sólo presenciaré la díáspora de mis prejuicios.
Entonces me adaptaré al gélido clima de tu nuevo mundo,
mientras te sonrío como idiota y tú me sonríes como la muerte;
con mirada oscura y mostrándome los dientes.
Y estaré feliz, amor mío, aunque no te diré que te amo
porque quizá no te merezcas ni siquiera el "te quiero".
Pero sabrás que estoy enamorado porque tus ojos
me han hecho escribirte letras con sabor a estupidez
y dopamina liberada, con olor a miedo y una esencia de adrenalina al máximo.
Y entonces me verás ahí. Anunciando a los espectadores:
Aquí estoy, una vez más, señores. Jugando a la vida con sus labios
y experimentando con sus ojos la muerte.
-Angel Garcia.
domingo, 10 de enero de 2016
Mis motivos
He aquí el hijo bastardo de la noche. Un pobre iluso que juega con la poesía y los sentimientos de las personas. Un poeta que crea sus mejores versos bajo los efectos de aguardiente y el susurro de los grillos que, según él, habitan en su cabeza -seguramente en su cabello largo y maltratado, con olor a cerveza y humo de cigarrillos baratos-.
Aquí está. O bien, aquí estoy. Escuchando música sin sentido en el rincón, en un bar de mala muerte. Con nauseas, y a punto de llorar mientras recuerdo... que ya no tengo mis motivos para que me quieran.-Angel Garcia.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)