Las prostitutas son como sirenas. Entonan una melodía triste y lujuriosa. El canto más dulce de la noche. Y atraen hombres carentes de atención y ansiosos de caricias.
Son como sirenas, o plantas carnívoras. Si un pobre y bastardo iluso se topa con su canto, o algún idiota olfatea su perfume, ten por seguro que no escapará, y su final será inminente, desastroso.
Los orgasmos causarán gritos y los gritos causarán más orgasmos. Y la víctima se lamentará al día siguiente, con la cabeza destrozada y ganas de vomitar las entrañas en el baño de un motel tan sucio como su mente, por aquel momento de placer que pareciera no recordar con suficiente lucidez, mientras despierta y se da cuenta de la ausencia de su alma, o de su dinero, o de sus fetiches. Y lo único que le quedará serán las ganas de rezar – a la divinidad que se le ocurra al lector- para que no se haya cruzado con un manojo de duendes degenerados y le hayan robado la virginidad.
-Angel Garcia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario