Cuando sientas que la garganta
ya no traga más saliva;
que las piernas no caminan;
que los brazos no luchan más;
que tus manos no puedan crear.
Las pastillas secas;
las mejillas húmedas;
y una noche helada
que transforma sueños
en pantanos.
Cuando la respiración
decide ausentarse,
pero tú quieres luchar.
Cuando terminas de llorar,
y la última canción deja de sonar,
puedes tomar el revólver
y disparar al espejo.
El vidrio no ensucia tanto
como tu sangre de tinta.
-Angel Garcia
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