Tomo tus manos,
como tomando la gloria.
Coloco en ellas mi esencia
que es liviana y dulce por ti.
Mis ojos se aferran a ti,
a través del espacio
que existe en la mesa.
Soplas el calor del té;
y me preguntas
por qué tomo el café tan caliente.
Un aire brusco
que nos quita las palabras
para dejar sólo sonrisas
y unos brazos extendidos.
Y yo no bajo la vista.
Mientras compartimos el calor
de dos seres que se aman.
Te sigo mirando
y ya no hay espacio;
ni mesa,
ni ruido,
ni viento.
Sólo somos tú y yo,
recostados al borde del universo;
amando cada centímetro nuestro
y robando nuestras pieles,
para no extrañarnos jamás.
-Angel Garcia.
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