Antes que nada debo advertir al lector que el hecho de
despertar es una acción un tanto fácil pero fatal, a veces. Los pasos son un
tanto delirantes:
En primera, el sujeto debe darse cuenta del momento crucial
en el que el sueño está a punto de ser finalizado con todo y la firma de tu
subconsciente; no importa si es alguna pesadilla o ilusión, tal vez algún
espejismo ¿Qué sé yo?
Luego de reconocer el clímax y epílogo de la visión, el
soñador deberá aferrarse fuertemente a sus sábanas, tratando de evitar
cualquier contacto con el exterior a su mente (esto ayuda a tener algunos
segundos, si acaso minutos, más con tu sueño).
Tras haberse aferrado fervorosamente al paso anterior para
no perderse toda la obra teatral dentro de su cabeza (si ni siquiera intentaste
seguir dormido más tiempo entonces no eres un buen soñador), inevitablemente el
vínculo se romperá y la resolución se verá afectada; entonces un áspero rayo de
luz te golpeará, en los ojos, tan dolorosamente como una patada en los genitales.
Y es ahí cuando el individuo pasará al tercer paso: la resaca, o la realidad.
Una vez efectuado el tercer paso, el pobre quijote abre los
ojos abruptamente, y no le queda más que seguir recostado en la almohada,
escuchando el estruendoso sonido de las aves y sintiendo al sol como lija de
cerillos; mientras hace una lista mental del recuento de sucesos ocurridos en
el subconsciente cuando tenía los ojos cerrados.
Ahora bien. Lo único que le queda al personaje con cierto
afecto a los espejismos es mirar al rededor del cuarto, limpiarse las lagañas,
los mocos y las lágrimas; girar su cuerpo a modo que la cara termine frente a
la almohada, suspirar y escuchar al viento, que entra de la ventana a sus
poros, con la febril esperanza de que la realidad en la que acaba de despertar
no lo trate de asfixiar con la cobija o con la almohada, antes mencionada.
Después de un rato, tras no morir asfixiado, la persona se levanta y se
arregla, o no, para afrontar a aquella que no lo asesinó porque quería seguir
jugando con el soñador. Entonces, lo único que le queda al sujeto es esperar la llegada de otro sueño porque, como buen soñador, éste siempre buscará cualquier pretexto para soñar.
Nota: Éste manual funciona para personas dormidas ya sea literalmente, o no. De igual forma, el hecho de despertar seguirá siendo un tanto abrumador.
-Angel García.
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