Aquél hombre
despertó junto al vórtice demencial que su amada le provocó tiempo atrás en la
existencia; con dolor de alma tan fuerte como si explotara cada átomo y neurona
de su cuerpo inerte y tan frío como cadáver.
El sujeto sin
nombre, ni rostro. Ese ente que miraba al vacío tan inestable, antes de
recordar que es ciego. Aquél horrendo monstruo que no diferencía entre el bien
y el mal. “Todo es un espectro social”, se repite; “no eres un monstruo”, se
convence…
Entonces se mira al
espejo sólo para encontrarse con mis ojos justo enfrente de él, justo enfrente
de sus ojos; lo miro a él y a ella; pero niego su existencia sólo para que su
reflejo desaparezca de mí, del otro lado del espejo. Trato de extinguir su
existencia… pero si dudo, por un segundo siquiera, la quimera resiste, y me
atrapa, y me envuelve, me aprisiona, me abraza y me incrusta su filo, y me llena
de frío…y se apodera de mí; me transformo en él o él se convierte en mí; no sé
decirlo ni especularlo, lo que puedo calcular sin matemáticas es que estoy
jodido.
Para cuando
despierto… me encuentro del otro lado del espejo, en el lugar del reflejo y
junto al vórtice demencial que mi amada ha provocado en algún tiempo atrás de
la existencia; aquél que explota cada átomo y neurona de mi cuerpo inerte y
frío como un cadáver…
-Angel García.
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